“No one ever loses anything when he gives everything to Christ.”
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Meet Lizandro Barba, Theology II Seminarian for the Archdiocese of Detroit.
How did you experience God’s call to be a priest?
I grew up in a devout Mexican Catholic household where faith was very important. I was blessed with having very religious grandmothers. My maternal grandmother, Mercedes, who was a Third Order Carmelite, had a very particular role in my vocation. While she passed away when I was young, the stories my mother would tell me about how devout she was in the midst of various sufferings and how she served the people of God in Los Dolores, Jalisco with such love inspired me deeply. The first time I thought about becoming a priest was when I was about 8 years old. I was an altar server for many years and was involved with various Church events. The Church became my second home. It wasn’t until my senior year of high school that the thought of becoming a priest came back and it would persist until after my second year in college when I finally applied to the seminary. During that time I fought the call, wanting God to give me a “burning bush” moment as proof of my call. It wasn’t until my third discernment weekend (third time’s the charm!) where the Lord made it very clear He was calling me to the seminary. As the time went by I began to realize God was giving me various signs but I was so caught up with my way of doing things that I didn’t see them!
Crecí en un devoto hogar católico mexicano donde la fe era muy importante. Tuve la suerte de tener abuelas muy religiosas. Mi abuela materna, Mercedes, que era una Carmelita de Tercera Orden, tuvo un papel muy particular en mi vocación. Aunque ella falleció cuando yo era pequeño, las historias que mi madre me contaba sobre lo devota que era en medio de diversos sufrimientos y cómo servía al pueblo de Dios en Los Dolores, Jalisco con tanto amor me inspiraron profundamente. La primera vez que pensé en ser sacerdote fue cuando tenía unos 8 años. Fui monaguillo durante muchos años y participé en varios eventos de la Iglesia. La Iglesia se convirtió en mi segundo hogar. No fue hasta mi último año de secundaria que volvió la idea de convertirme en sacerdote y persistiría hasta después de mi segundo año en la universidad, cuando finalmente solicité el ingreso al seminario. Durante ese tiempo luché contra el llamado, deseando que Dios me diera una “zarza ardiente” como prueba de mi llamado. No fue hasta mi tercer fin de semana de discernimiento (¡ a la tercera va la vencida!) donde el Señor dejó muy claro que me estaba llamando al seminario. Conforme pasó el tiempo comencé a darme cuenta de que Dios me ESTABA dando varias señales pero estaba tan absorto en mi forma de hacer las cosas que no las vi.
How has your relationship with Jesus grown since you entered seminary?
In regards to my relationship with Jesus, I have gone from praying to Jesus to praying with Jesus. What I mean is growing in intimacy with Him where I am continually conversing with Him throughout the day, as well as uniting myself, my joy, my suffering, my vocation, my work, and everything else to Him. My relationship has gone beyond simply knowing about Jesus to knowing Him in a personal, particular, and concrete way. There has been a persistent desire to conform my will, my heart, and my whole being to Jesus and His Sacred Heart. Finally, a huge blessing from this past year has been immersing myself in God’s infinite love which is the source of everything and from which I will be able to give to the people of God. I’ve begun to more personally embrace my identity as a beloved son of the Father.
Con respecto a mi relación con Jesús, he pasado de orar A Jesús a orar CON Jesús. Lo que quiero decir es que crecí en mi intimidad con el Señor donde estoy continuamente conversando con Él a lo largo del día, además de unirme yo, mi alegría, mi sufrimiento, mi vocación, mi trabajo y todo lo demás a Él. Mi relación no solo ha ido más allá del simple conocimiento SOBRE Jesús si no de conocerlo de una manera personal, particular y concreta. Ha habido un deseo persistente de conformar mi voluntad, mi corazón y todo mi ser a Jesús y Su Sagrado Corazón. Finalmente, una gran bendición del año pasado fue sumergirme en el amor infinito de Dios que es la FUENTE de todo y del cual podré darle al pueblo de Dios. He comenzado a abrazar más personalmente mi identidad como hijo amado del Padre.
Did you have any fears about pursuing the call to the priesthood? If so, how did you overcome them?
I would say most of my fears could be summed up in the following way: I feared letting go of what I thought I wanted for my life as well as being open to what God wanted even if it meant going to the seminary. One example of this fear would be leaving my family. I come from a culture that’s very family oriented and dependent, and children usually don’t leave their household until they get married. Along with this was the fact that growing up and getting an education was very important because my parents weren’t given that opportunity and wanted my siblings and I to have that opportunity. It was difficult for me to leave my family and the opportunity to study at the University of Michigan-Dearborn, where I was on a scholarship, when I wasn’t 100 percent sure God was calling me to be a priest. Thankfully, this fear was overcome with profound trust in God as well as faith in his divine will. As the years went on I realized how God had taken care of all the worries I once had.
Yo diría que la mayoría de mis temores podrían resumirse en lo siguiente: Tenía miedo de dejar ir lo que pensaba que quería para mi vida y de estar abierto a lo que Dios quisiera, incluso si eso significaba irme al seminario. Un ejemplo de este miedo sería dejar a mi familia. Vengo de una cultura muy orientada y dependientes de la familia y los hijo normalmente no dejan su hogar hasta que se casan. Junto con esto, estaba el hecho de que crecer y recibir una educación era muy importante porque a mis padres no se les dio esa oportunidad y querían que mis hermanos y yo la tuviéramos. Dicho esto, fue difícil para mí dejar a mi familia así como dejar la Universidad de Michigan-Dearborn donde estaba con una beca y pagaba el resto con el trabajo para ir al seminario donde no estaba 100 por ciento seguro de que Dios me estaba llamando a ser sacerdote. Afortunadamente, este miedo se supera con una profunda confianza en Dios y con fe en su Divina Voluntad. A medida que pasaron los años, me di cuenta de como Dios se había encargado de todas las preocupaciones que alguna vez tuve.
What attracts you about the priesthood?
While there are many things that attract me about the priesthood, I would like to focus on a few things. One of the things that has been recurring and has been an indication of my vocation is the Lord in prayer often says, “Love My people.” He has made it clear how broken and wounded His people are and how they desperately need spiritual fathers who direct them to their heavenly Father. This spiritual paternity attracts me in knowing how God uses broken vessels like myself to bring souls to Him through the gift of the sacraments. The priest is the humble means through which Jesus’ saving acts are made present in the world. The priest is the one who Incarnates Christ into the world we live in order to bring souls to Him. The priest is the one who knows that everything being offered to them is unmerited yet freely given out of love and requires an unconditional response of self. I’m also inspired by many priests who have given their lives completely over to Christ, especially the Mexican martyrs during the Cristero War. I am often overwhelmed with tears when thinking about how many people, especially priests, were killed, giving themselves completely, and ending their lives here on earth with these words on their lips, “Que Viva Cristo Rey!” “Long Live Christ King!”
Aunque hay muchas cosas que me atraen del sacerdocio, me gustaría centrarme en algunas. Una de las cosas que ha sido recurrente y ha sido una indicación de mi vocación es que el Señor en oración a menudo me dice: “Ama a mi pueblo”. Él ha dejado en claro cuán quebrantado y herido está su pueblo y cuán desesperadamente necesita padres espirituales que los dirijan a su Padre Celestial. Esta paternidad espiritual me atrae al saber como Dios usa vasos rotos como yo para traer almas a través del don de los sacramentos. El sacerdote es el medio humilde a través del cual los actos salvíficos de Jesús se hacen presentes en el mundo. El sacerdote es quien encarna a Cristo en el mundo en que vivimos para traer almas. El sacerdote es quien sabe que todo lo que se le ofrece es inmerecido, pero se da gratuitamente por amor y requiere una respuesta incondicional de uno mismo. El sacerdote es el medio humilde a través del cual los actos salvíficos de Jesús se hacen presentes en el mundo. El sacerdote es quien encarna a Cristo en el mundo en que vivimos para traer almas. El sacerdote es quien sabe que todo lo que se le ofrece es inmerecido, pero se da gratuitamente por amor y requiere una respuesta incondicional de uno mismo.
Finalmente, también me inspiran muchos sacerdotes que han entregado sus vidas completamente a Cristo, especialmente los mártires mexicanos durante la Guerra Cristera. Me invaden las lágrimas al pensar en cuántas personas, especialmente sacerdotes, fueron asesinadas, entregándose por completo y terminando su vida aquí en la tierra con estas palabras en los labios: “¡Que Viva Cristo Rey!”
Who has helped you the most on your journey to pursue this vocation?
Besides God Almighty and Our Lady, there are a few people to thank for their assistance. First, my family who have instilled in me the love for the Catholic faith and have supported me throughout this journey in more ways than one. Second, my pastor, Fr. Charles Altermatt, who has truly been a spiritual father to me by demonstrating the beauty of the priesthood, and has guided me from the beginning of my call. Finally, the people of God and in a particular way, the people from St. Alfred, who have adopted me into their family, and assisted me throughout these years with their prayers, financial support, and overall love and faith for Jesus Christ. This includes all the priests and faculty at the seminary who work very hard in my formation.
Además de Dios Todopoderoso y Nuestra Señora, hay algunas personas a quienes agradecer por su ayuda. Primero, mi familia, que me ha inculcado el amor por la fe católica y me ha apoyado a lo largo de este viaje en más de un sentido. En segundo lugar, mi párroco, el Padre Charles Altermatt, quien verdaderamente ha sido un padre espiritual para mí, demostrando la belleza del sacerdocio y me ha guiado desde el comienzo de mi llamado. Finalmente, el pueblo de Dios, en particular el pueblo de San Alfredo, quienes me adoptaron en su familia y me ayudaron a lo largo de estos años con sus oraciones, apoyo financiero y, en general, su amor y fe en Jesucristo. Esto incluye a todos los sacerdotes y profesores del seminario que trabajan muy duro en mi formación.
Do you have any advice for young men considering a vocation to the priesthood?
As Pope Saint John Paul II once said, “Be not afraid!” No one ever loses anything when he gives everything to Christ! A life without Christ is not worth living so therefore the question one must ask is, “How does God want me to live this life for Him?”
The second piece of advice is to understand that discernment is about the next right step. No one goes from getting a call to being ordained the next day. Discernment is about moving towards something incrementally and listening to what God wants you to do every step of the way. That being said, look where you are at and ask “What is the next step?” This might be to talk to your parish priest about your call or contacting the vocations director for various resources or maybe it’s time to finally begin the application process. Discernment never ends! Every year I go back to the seminary I discern with more clarity what God desires, and the closer I get to ordination the greater my commitment becomes and the more firm I am in my decision.
Finally, but most importantly, is to continue your relationship with Jesus through various ways such as adoration, daily Mass, and/or spiritual readings, and of course your relationship with Our Lady, Mother of all priests.
Como dijo una vez el Papa San Juan Pablo II: “¡NO TENGAN MIEDO!”. Cuando alguien le da TODO a Cristo no pierde NADA. Una vida sin Cristo, no vale la pena vivirla por lo tanto la pregunta que uno debe hacerse es: “¿Cómo quiere Dios que viva esta vida para Él?”. El segundo consejo es comprender que el discernimiento se trata del siguiente paso correcto. Nadie pasa de recibir un llamado a ser ordenado al día siguiente. El discernimiento se trata de avanzar hacia algo gradualmente y escuchar lo que Dios quiere que hagas en cada paso del camino. Dicho esto, mire dónde se encuentra y pregunte “¿Cuál es el siguiente paso?”. Esto podría ser hablar con el párroco sobre su llamado o comunicarse con el director de vocaciones para obtener diversos recursos o tal vez sea hora de comenzar finalmente el proceso de solicitud. ¡El discernimiento nunca termina! Cada año que vuelvo al seminario discierno con más claridad lo que Dios quiere, y cuanto más me acerco a la ordenación, mayor es mi compromiso y más firme soy en mi decisión. Finalmente, y lo más importante, es continuar tu relación con Jesús a través de diversas formas como la adoración, la misa diaria y/o lecturas espirituales y, por supuesto, tu relación con Nuestra Señora, Madre de todos los sacerdotes.